“Hay criminales que
proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera
cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada,
que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de
los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al
fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del
miedo del hombre a la mujer sin miedo”.
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