CONTAGIANDO HOSPITALIDAD

CONTAGIANDO HOSPITALIDAD
JUNTOS CONTAGIANDO LA HOSPITALIDAD DE SAN JUAN DE DIOS

27 diciembre 2007

NAVIDAD TODO EL AÑO


Desde Cantabria, nuestro amigo Luis nos envía este texto que es un auténtico regalo. Por eso lo regalamos a todos:



Como estrellas en la noche
alargando sus dedos extensibles,
telescópicos y suaves,
maternales, gratuitos e invisibles..,
para acariciar a los pobres
que no las han llamado, infelices,
aunque las contemplan cuando ya no pueden
sino mirar a un cielo incomprensible
y sufren en la tierra sin saber por qué.



Como estrellas alejadas
que contemplan este mundo apretujado
con su luz fría y penetrante... tan lejana;
y sin embargo,
destilan de sus ojos, compasivas,
lágrimas que curan
las heridas
de tanto ángel roto, desgraciado,
que no puede volar.


Como estrellas navideñas
alumbrando los caminos retorcidos
de la vida en este suelo,
minado de trampas y peligros,
sembrado de sueños y desvelos..,
para misteriosamente guiar
a los que buscan con anhelo,
con angustia y con esfuerzo,
su camino y la verdad.


Como estrellas reunidas,
en constelación fraterna,
que van marcando el tiempo y la oportunidad,
que acompañan y nos muestran el destino
propio y de los demás,
abriendo con sus llaves luminosas
el misterio de la vida,
¡anochecida de preguntas y dolores, tan preñada!
y de la eternidad.

Como velas encendidas
manoseadas por los pobres que suplican
a ese cielo tan oscuro por sus sueños
y agonías,
en su cruel necesidad.
Como velas que se gastan y se acaban
y lo saben..,
para volver, hechas luz, a ser estrellas
para la eternidad.

Compañeros, así hemos de ser,
-¡de verdad os lo digo que podemos!-
los que queremos entender
y vivir todo el año en Navidad.
Mes tras mes, sosteniendo
noche y día nuestra lámpara
pequeñísima, encendida
por aquellos que no tienen esperanza.
¡Que todos puedan ver que brilla!

Ayudémonos los unos a los otros.
No es fácil,
el peso de las sombras nos abruma,
los que siguen las consignas de este mundo
de nosotros bien se burlan.
El frío y el cansancio desaniman; pero El
renace y nos conoce,
-¡No temamos!-
en lo más oscuro de la noche.

Merece la pena gastar la vida entera,
¡de verdad!
en buscar y ser velas-estrellas
entre tanta oscuridad.
Ya sé que hay muchas luces encendidas,
y más aún en Navidad;
pero lo que más falta nos hace, amig@s,
es Luz,
no electricidad.















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