Este curioso título hace alusión al tema debatido hace pocos días por el Encuentro de Comunidades Cristianas de Andalucía.
Reproduzco aquí algunas líneas que desarrolla, al respecto, José Sánchez Luque:
"La palabra “decroissance” (decrecimiento) que fue acuñada en Francia el año 2.000, llegó a nuestro país el 2.006.
Por primera vez en la historia, la Tierra ha dicho: “¡Basta! No puedo dar más de sí”. Después de las anteriores crisis coyunturales o sistémicas, siempre había un periodo de fuerte crecimiento porque había margen para ello. Ahora, sin embargo, la única salida es replanearnos nuestro sistema de vida. La frase que resume el motivo de este decrecimiento necesario en nuestra sociedad y en nuestra existencia personal podría ser esta: “En un mundo finito no podemos crecer de manera infinita”.
El siglo XXI debe ser el escenario de un cambio fundamental: pasar de una sociedad materialista a una sociedad post-materialista. Hemos de descubrir que la felicidad no está en acaparar. Tenemos que humanizar nuestra sociedad para lo cual necesitamos un cambio profundo de actitudes, “que el consumo no nos consuma”.
Para estar satisfechos y tener nuestra necesidades cubiertas existen dos caminos, tener mucho o necesitar poco. La sociedad occidental en la que estamos ha elegido el primero, pero no es sostenible ni generalizable. Hoy estamos tocando ya los límites de la Tierra. No es alarmismo: si queremos seguir viviendo en ella, necesitamos seguir el evangelio de la eco-sencillez y optar de una forma decidida por la segunda vía. “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Estamos llamados a corregir el desfase entres la técnica y la ética. En las sociedades occidentales se ha desarrollado tanto la técnica que tenemos almacenadas armas atómicas suficientes con capacidad para destruir 50 veces el planeta. Las ciencias biológicas están al borde de crear una nueva especie de seres humanos; mientras tanto, en las cuestiones de la ética humana, solidaria y compasiva estamos aún en cotas demasiado bajas. ¿De qué nos sirve descubrir nuevos planetas si en el nuestro se mueren de hambre cada día miles de personas? Por otra parte, estamos siendo testigos de que un fenómeno tan positivo como es la globalización, está siendo enormemente negativo pues sólo está al servicio de los poderosos.
El despilfarro de los bienes de la tierra está matando la vida en nuestro planeta: cada día desaparecen de nuestro planeta 50 especies vegetales o animales. Parece bastante probable que a este ritmo dentro de muy pocos siglos podría desaparecer también la especie humana.
Pero a nuestros gobernantes y políticos parece que sólo les preocupa el ganar las próximas elecciones, ¡estos temas los dejan para las ONG! De una vez por todas, hemos de tomar conciencia que del progresivo y alarmante deterioro de nuestro planeta todos somos no sólo responsables sino también culpables.
Comencemos una nueva forma de vida, sencilla y coherente, bien resumida en tas tres erres propuestas por la Carta de la Tierra: “Reducir, Reutilizar y Reciclar”, por este orden. Se trata de hacer una opción activa por la eco-sencillez voluntaria como un verdadero camino espiritual. Este nuevo camino nos lleva a trabajar menos para vivir más intensamente los valores del espíritu; promover al máximo el transporte público; favorecer el consumir productos de nuestra región; cambio de las energías fósiles y contaminantes; la biomímesis (aprender de la naturaleza); pasar de una sociedad de mercado a una sociedad con mercado, donde el mercado no sea un fin sino un medio. No podemos tomar este tema tan crucial con frivolidad. Está en juego la supervivencia de la vida en nuestro planeta. En suma, estamos llamados a tomar conciencia de nuestros actos. Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias. Lo poco que podamos hacer (por ejemplo: reutilizar una bolsa de plástico) nos puede parecer insignificante, pero es importante hacerlo: muchos granos de arena pueden formar una gran playa."
Reproduzco aquí algunas líneas que desarrolla, al respecto, José Sánchez Luque:
"La palabra “decroissance” (decrecimiento) que fue acuñada en Francia el año 2.000, llegó a nuestro país el 2.006.
Por primera vez en la historia, la Tierra ha dicho: “¡Basta! No puedo dar más de sí”. Después de las anteriores crisis coyunturales o sistémicas, siempre había un periodo de fuerte crecimiento porque había margen para ello. Ahora, sin embargo, la única salida es replanearnos nuestro sistema de vida. La frase que resume el motivo de este decrecimiento necesario en nuestra sociedad y en nuestra existencia personal podría ser esta: “En un mundo finito no podemos crecer de manera infinita”.
El siglo XXI debe ser el escenario de un cambio fundamental: pasar de una sociedad materialista a una sociedad post-materialista. Hemos de descubrir que la felicidad no está en acaparar. Tenemos que humanizar nuestra sociedad para lo cual necesitamos un cambio profundo de actitudes, “que el consumo no nos consuma”.
Para estar satisfechos y tener nuestra necesidades cubiertas existen dos caminos, tener mucho o necesitar poco. La sociedad occidental en la que estamos ha elegido el primero, pero no es sostenible ni generalizable. Hoy estamos tocando ya los límites de la Tierra. No es alarmismo: si queremos seguir viviendo en ella, necesitamos seguir el evangelio de la eco-sencillez y optar de una forma decidida por la segunda vía. “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Estamos llamados a corregir el desfase entres la técnica y la ética. En las sociedades occidentales se ha desarrollado tanto la técnica que tenemos almacenadas armas atómicas suficientes con capacidad para destruir 50 veces el planeta. Las ciencias biológicas están al borde de crear una nueva especie de seres humanos; mientras tanto, en las cuestiones de la ética humana, solidaria y compasiva estamos aún en cotas demasiado bajas. ¿De qué nos sirve descubrir nuevos planetas si en el nuestro se mueren de hambre cada día miles de personas? Por otra parte, estamos siendo testigos de que un fenómeno tan positivo como es la globalización, está siendo enormemente negativo pues sólo está al servicio de los poderosos.
El despilfarro de los bienes de la tierra está matando la vida en nuestro planeta: cada día desaparecen de nuestro planeta 50 especies vegetales o animales. Parece bastante probable que a este ritmo dentro de muy pocos siglos podría desaparecer también la especie humana.
Pero a nuestros gobernantes y políticos parece que sólo les preocupa el ganar las próximas elecciones, ¡estos temas los dejan para las ONG! De una vez por todas, hemos de tomar conciencia que del progresivo y alarmante deterioro de nuestro planeta todos somos no sólo responsables sino también culpables.
Comencemos una nueva forma de vida, sencilla y coherente, bien resumida en tas tres erres propuestas por la Carta de la Tierra: “Reducir, Reutilizar y Reciclar”, por este orden. Se trata de hacer una opción activa por la eco-sencillez voluntaria como un verdadero camino espiritual. Este nuevo camino nos lleva a trabajar menos para vivir más intensamente los valores del espíritu; promover al máximo el transporte público; favorecer el consumir productos de nuestra región; cambio de las energías fósiles y contaminantes; la biomímesis (aprender de la naturaleza); pasar de una sociedad de mercado a una sociedad con mercado, donde el mercado no sea un fin sino un medio. No podemos tomar este tema tan crucial con frivolidad. Está en juego la supervivencia de la vida en nuestro planeta. En suma, estamos llamados a tomar conciencia de nuestros actos. Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias. Lo poco que podamos hacer (por ejemplo: reutilizar una bolsa de plástico) nos puede parecer insignificante, pero es importante hacerlo: muchos granos de arena pueden formar una gran playa."
2 comentarios:
Este gran problema siempre me deja con un enorme dolor de cabeza cuando intento pensar en las respuestas prácticas de la Iglesia Católica ante un número de personas en el planeta que supera su capacidad de aportar alimentación. ¿Cuáles son esas respuestas prácticas? Yo no las veo.
Yo creo que sí que hay infinidad de respuestas prácticas desde la iglesia Católica que son llevadas a cabo, diariamente y en muchos rincones del mundo por gentes sencillas y sin ningún interés en dar publicidad a sus gestos. Ciertamente, a veces creo que a nivel de medios de comunicación, estas gentes deberían pesar más que otras que suelen representar a nuestra Iglesia en los medios pero quizás también este debe ser nuestro estilo.
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