La vida se agolpa en el día a día.
Estamos asistiendo, casi en directo, a las consecuencias por mar y por tierra de un gigantesco terremoto de casi 9º en el Japón.
Este tipo de tragedias suelen traer inmensas desgracias.
Por ello, ahora, el silencio sobrecogido ante la fuerza de la naturaleza pero, sobre todo, ante las posibles tragedias humanas que se estarán produciendo en este momento en el que escribo.
Mi oración y pensamiento en tantas gentes sorprendidas por el dolor y la muerte.
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