CONTAGIANDO HOSPITALIDAD

CONTAGIANDO HOSPITALIDAD
JUNTOS CONTAGIANDO LA HOSPITALIDAD DE SAN JUAN DE DIOS

27 diciembre 2007

¿ESTAMOS SORDOS?


Pues otro regalo nos hace Mª Teresa, desde Madrid con la traducción que ha hecho de este texto alemán. Además de lo interesante de un método para comunicarse con los sordos está una interpretación de la cercanía de Dios entre nosotros......


"¡Querida Parroquia de Funcity!
En Adviento he experimentado una Misa conmovedora. La he celebrado con personas que tienen que soportar un destino muy duro: Había ciegos y algunos de ellos además eran sordos. ¡Ciegos y sordos! Yo mismo no me puedo imaginar lo que esto significa. Ya en el camino hacia la Iglesia había pensado: ¿Cómo podrán estas personas participar en la celebración si no ven ni oyen?

Pero después me quedé totalmente fascinado. Se sentaron en la primera fila de todas. Al lado de cada uno de ellos se sentaba una persona que los acompañaba. Y ahora vi como este acompañante les traducía en el alfabeto Lorm todo lo que yo decía. Ellos tocaban muy ágilmente con sus dedos las palmas de las manos de los sordo-ciegos. Así les transmitían en un lenguaje táctil mis palabras. Más tarde, después de la Misa, quise saludar personalmente a estos sordo-ciegos en un conjunto Kaffeetrinken. Fui hacia ellos. Me puse directamente delante de ellos. Sin embargo, no reaccionaron. No me vieron ni me oyeron. No me percibieron. Entonces yo probé lo mismo: los toqué con cuidado y les hice un sencillo saludo en la mano según el alfabeto Lorm – y en ese mismo momento su rostro se iluminó.

Hoy pienso: Quizás sucede algo semejante con el misterio de la Navidad. ¿no somos nosotros mismos verdaderamente como sordos y ciegos. Nosotros no Le vemos. Nosotros Le no oímos. No le percibimos. Dios es extraño e inconcebible para nosotros. El famoso psicólogo C.G. Jung dijo una vez: “Sabemos menos de Dios que la hormiga del Museo Británico.”

Y, sin embargo, en Navidad celebramos que este Dios incomprensible ha venido a nosotros. Aunque no Le comprendemos nos coge con cuidado. Viene a nuestro mundo, a nuestra vida. Se coloca muy cerca de nosotros. Por regla general vivimos como si Dios estuviera muy lejos, como si no existiera. Sin embargo, el Evangelio de Navidad nos anuncia: “Y la palabra se hizo carne.” “Palabra” de Dios, el Hijo del Padre Eterno: Él ha venido a nuestra carne. Desde entonces Su amor toca nuestra vida – y le da un fulgor.

Un acompañante de los sordos y ciegos me dijo que para él mismo es con frecuencia difícil comprender los contactos de este lenguaje táctil; todavía no se ha ejercitado lo suficiente. ¿Es esto distinto entre nosotros? También en nuestra vida hay acontecimientos que nos “tocan”: Una alegría que, aparentemente, no tiene motivo; un perdonar de algo que era imperdonable; una responsabilidad que no se deja sacudir; un consuelo que alcanza el corazón; una dicha que subyuga... ¿Comprendemos nosotros todo esto? Navidad dice que Dios ha venido a nuestra carne. No Le oímos. No Le vemos. Pero Él nos toca...

Les deseo a ustedes y a todos sus familiares unos días de Navidad bendecidos y ¡en medio de ellos algo que les “toque”!
+ Nikolaus Schwertfeger, Obispo Auxiliar de Hildesheim

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