En cierta ocasión, John Killinger pidió a la hermana Corita Kent (religiosa muy conocida por ser una gran líder espiritual) ayuda para dirigir los servicios dominicales. Pocos días después, Killinger recibió una postal que sencillamente decía: "Estimado amigo, estoy intentando estar en silencio. Hna. Corita"
No hay comentarios:
Publicar un comentario