De nuestro amigo Íñigo García:
"No es que se me haya pasado el domingo “escribir”, sencillamente que uno se encontraba cansado. Hoy sin terminar de remitir los síntomas, necesito no pasar la hoja sin firmar CONTRA LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA. Me sumo así a los esfuerzos anónimos, populares, socializantes y comprometidos de tantos y tantas manos que se alzan contra un sistema para fuertes, para escogidos, para oportunistas, para sortudos. De nuevo esa extraña sensación de distinciones, de diferencias organizadas por la patrona Doña Economía me embarga en tristeza. Cada vez es mayor nuestro bienestar como mayor es el malestar de nuestros hermanos (olvidamos que somos hermanos). Permitidme que juegue con las palabras cuando los sentimientos se amontonan…
Decimos que los inmigrantes nos invaden, ocupan nuestras calles, acceden a nuestras viviendas, comparten colas de espera y subvenciones sociales… hablamos de ellos como si de otra especie extraña y nociva se tratase. ¡¡Los migrantes!! ¡¡ los que se mueven!! ¿Por qué se mueven? ¿Qué les mueve? ¡¡La necesidad!! ¡¡Mejorar su proyecto de vida!! Cuánta tristeza despierta en mí, cuando descubro que la pobreza no viene de fuera… solamente. Sino que hace tiempo que convive entre nosotros. La pobreza no es extranjera, ése es un peligro vicioso e interesado: identificar extranjero con pobreza, aunque en repetidas ocasiones así los veamos. La pobreza no es sino una mala distribución de recursos y de oportunidades, de aislamientos y de omisiones. Cuántas veces condenamos a los pobres como maleantes, personas incómodas y desgraciadas, y en cambio silenciamos el juicio contra la pobreza, contra quien la promueve y la sostiene. La pobreza es reprobable, no quienes la padecen. Es por ello, que debemos revelarnos contra la pobreza, contra la exclusión social, contra el dejar fuera de juego a quien no ha podido empezar el juego (siempre encasillado con la ficha de salida).
Bueno, puede sonarnos una vez más, el estribillo de transformación social, pero insisto en que está en las manos de todos, en la tuya, en la mía también, el resistir activamente a ser herederos de este sistema desigualitario y deshumanizador.
También aquí me revelo contra el miedo a vivir. La vida se decide cada día, porque decidimos qué hacer con nuestra vida desde el primer albor hasta el ocaso del día. Así que creo que a pesar de las adversidades, que entiendo en ocasiones puedan desbordarnos, tenemos la vida en nuestras manos para VIVIRla. Y decidir nos toca a cada uno, nadie puede ni debe hacerlo por nosotros.
Os invito a mirar con esperanza, con rebeldía por la injusticia de los más desfavorecidos (y silenciados).
De nuevo soñamos un nuevo mundo… porque es posible, porque así lo pedimos.
Un cálido abrazo, IÑIGO
Decimos que los inmigrantes nos invaden, ocupan nuestras calles, acceden a nuestras viviendas, comparten colas de espera y subvenciones sociales… hablamos de ellos como si de otra especie extraña y nociva se tratase. ¡¡Los migrantes!! ¡¡ los que se mueven!! ¿Por qué se mueven? ¿Qué les mueve? ¡¡La necesidad!! ¡¡Mejorar su proyecto de vida!! Cuánta tristeza despierta en mí, cuando descubro que la pobreza no viene de fuera… solamente. Sino que hace tiempo que convive entre nosotros. La pobreza no es extranjera, ése es un peligro vicioso e interesado: identificar extranjero con pobreza, aunque en repetidas ocasiones así los veamos. La pobreza no es sino una mala distribución de recursos y de oportunidades, de aislamientos y de omisiones. Cuántas veces condenamos a los pobres como maleantes, personas incómodas y desgraciadas, y en cambio silenciamos el juicio contra la pobreza, contra quien la promueve y la sostiene. La pobreza es reprobable, no quienes la padecen. Es por ello, que debemos revelarnos contra la pobreza, contra la exclusión social, contra el dejar fuera de juego a quien no ha podido empezar el juego (siempre encasillado con la ficha de salida).
Bueno, puede sonarnos una vez más, el estribillo de transformación social, pero insisto en que está en las manos de todos, en la tuya, en la mía también, el resistir activamente a ser herederos de este sistema desigualitario y deshumanizador.
También aquí me revelo contra el miedo a vivir. La vida se decide cada día, porque decidimos qué hacer con nuestra vida desde el primer albor hasta el ocaso del día. Así que creo que a pesar de las adversidades, que entiendo en ocasiones puedan desbordarnos, tenemos la vida en nuestras manos para VIVIRla. Y decidir nos toca a cada uno, nadie puede ni debe hacerlo por nosotros.
Os invito a mirar con esperanza, con rebeldía por la injusticia de los más desfavorecidos (y silenciados).
De nuevo soñamos un nuevo mundo… porque es posible, porque así lo pedimos.
Un cálido abrazo, IÑIGO
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