Nuestro querido amigo, compañero y hermano Íñigo nos regala, como otras veces sus MIRADAS - BEGIRADAK.
¡Gracias, Íñigo, Eskerrik Asko!
"Mirando al CORAZÓN
Estos días han sido (y siguen siendo) días para el CORAZÓN. Me pregunto qué hay en él, cómo siente y cuál es su salud…
Por mi dedicación de tratar de ejercitar la escucha, entre otras disposiciones, veo lo conveniente de reposar cada encuentro (en ocasiones llega a ser un no-encuentro) y serenar el corazón. Escuchar no sólo es un arte creativo y misterioso con cada persona, con cada relato inesperado o prescrito, es también sinónimo de tiempo, de respetuosa acogida y de tranquila paciencia. ¡Qué gozada aprender a escuchar y aprender de la escucha!
No dejo de sorprenderme de la salud tan delicada que podemos llegar a presentar. Cuando cierro la puerta del despacho, y mientras vuelvo a casa me he repetido demasiadas veces: ¡¡no nos cuidamos!!, ¡¡no nos atendemos!!, ¡¡no nos prestamos atención!!... y un día, ¡¡no nos sentimos!!
¡Qué complejo puede resultar nuestro mundo interior! ¡Cual laberinto, nos enredamos y perdemos la pista del corazón! Y se sufre. Uno se siente debilitado por el desgaste de la pregunta mal formulada “¿por qué me está sucediendo, nuevamente, esto a mí?” Sé que pueden ser rachas, que hay temporadas más propensas que otras para sentir cierta tristeza vital. No borro sus nombres ni sus historias personales.
También creo que podemos disfrutar de lo que escuchamos en nosotros, no todas las voces son graves o silenciosas; a veces, es cuestión de recordar (de pasar por el corazón) aquella partitura de tono más alegre y armado para la aventura de un nuevo despertar. Hemos cantado muchos versos , y de cuando en cuando necesitamos ensayar el tono. Sé que hay melodías para cada día y que no es bueno obsesionarse con una única, y mucho menos, si sabemos que podemos intentar y entonar cuanto nos creamos y compartamos. Podemos contagiar nuestras afecciones por la VIDA…
Me acuesto estas noches con la densidad de cada encuentro, con la mirada al CORAZÓN. Saber andar descalzo en “su tierra sagrada” para no ofender ni asustar. Sentarse serenamente a su lado, al lado de su corazón, para sin hablar poder ESCUCHAR.
“Me has abierto el oído, y yo no me resistí, y yo no me eché atrás.
Dime palabras de aliento, palabras que susurran al corazón el deseo de la vida.”
Cuida tu corazón, sólo tienes uno, y es el que late cada vez que respiras, que tomas una bocanada de vida. No te atragantes, poco a poco, y con mucho humor.
Felices vuestros corazones, felices vuestros oídos.
Un cálido abrazo, IÑIGO"
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