De nuestro amigo Íñigo una interesante reflexión al comienzo de un nuevo mes. Porque es cierto que el calendario pasa.....
Recordando... el tiempo para vivir
Las páginas del calendario pasan y en ellas citas cubiertas, aplazadas o sencillamente las que quedan como recordatorio de algo por retomar…
Cada uno de nosotros seguramente tenemos esa sensación cuasi colectiva de inmediatez de la vida que llevamos y tratamos de vivir. ¿Hacia dónde vamos?, ¿qué nos llevamos cada día?, ¿con quién podemos vivir?
Los acontecimientos se agolpan y a algunos nos falta la práctica de mantener el ritmo de la quietud interior, de la contemplación serena en la acción. Y así la vida tiembla innecesariamente en una sucesión de instantes fugaces. Posiblemente, toca sentir el llamamiento de volver a la paz que nace y remansa junto al pozo de los encuentros, de las tertulias sin reloj, de los atardeceres que recogen la cosecha de la jornada.
¿Dónde está tu corazón, hermano? ¿Tienes tiempo para compartir?, que luego si deseas juntos seguiremos caminando.
Hace tiempo que no te veo sonreír con generosidad por la mañana, de tu rostro se van borrando los hoyos de la alegría.
Hace tiempo que te veo encorvarte en lugar de saltar de acá para allá cual grillo cantarín.
Hace tiempo que tu voz se torna más grave y ronca, y de tus labios apenas se reconocen más que ahogados intentos de reclamar el turno de participación.
Hace tiempo que te resistes a verte en el espejo con decisión y cariño, y tu gente más preciada no sabe cómo decirte que quiere tenerte.
Hace tiempo que presiento que la vida se te escurre entre los dedos de las manos y de los pies (tal vez por eso, hay riesgo de amputar lo inerte).
Hace tiempo que permaneces quieto ante la fugacidad de la vida que te rodea, tal vez apenas te resistas a comprender un nuevo tiempo por vivir y descubrir.
Hace tiempo que no levantas un brindis, y la fiesta pierde color sin el vino del encuentro.
Hace tiempo… es tiempo de retomar el tiempo que se nos da y que puede ser un regalo por compartir.
Recuerda el estribillo de tu canción, de tu relato, de tu pasión. No dejes de tararearlo.
Recuerda la magia del cariño, ¡qué bien sabe tu corazón y cómo se emociona ante la ternura!
Recuerda el frescor de la mañana del que madrugaba por decisión.
Recuerda los pasos recorridos en pos de una vida fecunda y plena de sencillez.
¡Es tiempo para vivir…!
Cada uno de nosotros seguramente tenemos esa sensación cuasi colectiva de inmediatez de la vida que llevamos y tratamos de vivir. ¿Hacia dónde vamos?, ¿qué nos llevamos cada día?, ¿con quién podemos vivir?
Los acontecimientos se agolpan y a algunos nos falta la práctica de mantener el ritmo de la quietud interior, de la contemplación serena en la acción. Y así la vida tiembla innecesariamente en una sucesión de instantes fugaces. Posiblemente, toca sentir el llamamiento de volver a la paz que nace y remansa junto al pozo de los encuentros, de las tertulias sin reloj, de los atardeceres que recogen la cosecha de la jornada.
¿Dónde está tu corazón, hermano? ¿Tienes tiempo para compartir?, que luego si deseas juntos seguiremos caminando.
Hace tiempo que no te veo sonreír con generosidad por la mañana, de tu rostro se van borrando los hoyos de la alegría.
Hace tiempo que te veo encorvarte en lugar de saltar de acá para allá cual grillo cantarín.
Hace tiempo que tu voz se torna más grave y ronca, y de tus labios apenas se reconocen más que ahogados intentos de reclamar el turno de participación.
Hace tiempo que te resistes a verte en el espejo con decisión y cariño, y tu gente más preciada no sabe cómo decirte que quiere tenerte.
Hace tiempo que presiento que la vida se te escurre entre los dedos de las manos y de los pies (tal vez por eso, hay riesgo de amputar lo inerte).
Hace tiempo que permaneces quieto ante la fugacidad de la vida que te rodea, tal vez apenas te resistas a comprender un nuevo tiempo por vivir y descubrir.
Hace tiempo que no levantas un brindis, y la fiesta pierde color sin el vino del encuentro.
Hace tiempo… es tiempo de retomar el tiempo que se nos da y que puede ser un regalo por compartir.
Recuerda el estribillo de tu canción, de tu relato, de tu pasión. No dejes de tararearlo.
Recuerda la magia del cariño, ¡qué bien sabe tu corazón y cómo se emociona ante la ternura!
Recuerda el frescor de la mañana del que madrugaba por decisión.
Recuerda los pasos recorridos en pos de una vida fecunda y plena de sencillez.
¡Es tiempo para vivir…!
Recibe un cálido abrazo, Iñigo.
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