Así, así de pequeño y tierno es el Dios de los cristianos.
Aunque, a veces, sigamos insistiendo en hacerle tronos y pedestales..a Dios no hay que buscarlo en lo alto del cielo. Dios está aquí, con nosotros y entre nosotros.
Dios habita en lo profundo de nuestro corazón.
Dios puede que esté donde los hombres y mujeres hemos dejado de buscarlo: en nuestra carne, con nuestras fragilidades, con nuestro dolor, con nuestras alegrías y nuestras penas...
¡Gracias, Ángel Travieso, por tu fotografía!
Porque nos recuerdas al Dios de los pequeños....
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